La hermandad de la Tabla Redonda ( o Mesa Redonda ), era una especie de religión que se fundía enteramente con la tradición del Grial y, hubiese presentado una mayor similitud con la si histórica Orden del Temple, de no ser porque aquellos célebres monjes-guerreros se habían impuesto como una de sus misiones prioritarias y razón de ser, el arrebatar los Santos Lugares a los sarracenos para devolverlos a la cristiandad.
Para los caballeros de la Tabla Redonda, a diferencia de los templarios, lo espiritual primaba sobre lo material, pues sólo así podrían realizar las gestas más asombrosas. Por este motivo se les leía la siguiente proclama:
”Combatid por vuestra tierra y aceptad, si es menester, la muerte, pues ésta supone una victoria y una liberación del alma”.
Aquí nos encontramos con el viejo concepto de la «muerte triunfante» propio de los primeros tiempos del cristianismo, pero también presente en la mitología grecorromana y en la del Mediterráneo Oriental.
Al parecer, la Tabla Redonda fue construida tomando el universo entero como referencia, pero recogiendo en el mismo el cielo y la tierra, siempre en movimiento, por lo que se ha de ver como un centro (el Rey-Sol) alrededor del cual se sentaban los caballeros. Eran doce, debido a que se había dividido la tierra en un similar número de partes, todas las cuales se repartían en su condición de reyes. También hemos de advertir que «doce» es una cifra muy tenida en cuenta desde épocas remotas. Por ejemplo, están los doce dioses olímpicos, los doce condes palatinos de Carlomagno, los doce signos del zodíaco, los doce apóstoles o las doce tribus de Israel.
Singularmente, en la Tabla Redonda se dejaba un asiento libre, reservado a un caballero predestinado. Era el llamado "Asiento Peligroso", que podía ser el número 11 ó el 13. La leyenda artúrica nos cuenta que cuando el rey Arturo impuso la existencia del "Asiento Peligroso", por consejo del mago Merlín, acababa de dar comienzo la búsqueda del Grial. Fue el momento en que las sombras se abatieron sobre toda Europa. Tiempos de decadencia que necesitaban la regeneración espiritual de ese objeto divino, por medio del cual se recuperaría el pasado esplendoroso.
Por eso el Grial tenía que ser valorado como «lo que se había perdido y era preciso recuperar cuanto antes».
Esto convirtió al rey Arturo en un personaje legendario que se ubicaba en el centro de todos los acontecimientos, ya fueran trágicos o sublimes. Pero el rey de Camelot también era vulnerable, como lo demuestra el hecho de que varios personajes trataran de arrebatarle a su esposa Ginebra, la reina: el primero es Maelvas, que la lleva a la ciudad de Glastonbury; el segundo es su hijastro y sobrino Mordred; y el tercero es el caballero Lanzarote del Lago, amigo de rey.
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