Uno de los misterios más persistentes y controvertidos asociados a los Caballeros Templarios es el supuesto culto a una enigmática figura conocida como Baphomet. Este nombre, que no aparece en ningún documento templario anterior a su caída, se convirtió en una de las principales acusaciones de herejía utilizadas por el rey Felipe IV de Francia y el Papa Clemente V para justificar la disolución de la Orden en 1307.
Durante los infames juicios contra los Templarios, muchos de ellos, bajo tortura extrema, "confesaron" haber adorado una cabeza misteriosa, a veces descrita como un ídolo con barba, otras veces como un gato o incluso una figura con dos caras. Esta cabeza, que supuestamente "hablaba" y otorgaba riquezas y fertilidad, fue denominada Baphomet.
¿De dónde vino este nombre y esta figura?
Teoría de la corrupción de "Mahomet": Una de las explicaciones más comunes es que "Baphomet" es una corrupción fonética de "Mahomet" (Mahoma), el profeta del Islam. Esto se habría utilizado para acusar a los Templarios de apostasía y de haber adoptado creencias musulmanas durante su estancia en Tierra Santa. Esta acusación era particularmente potente en una Europa cristiana.
Interpretaciones esotéricas: A lo largo de los siglos, diversas corrientes esotéricas y ocultistas han reinterpretado a Baphomet. En el siglo XIX, el ocultista Éliphas Lévi popularizó una imagen de Baphomet como una figura andrógina con cabeza de cabra, alas, antorcha entre los cuernos y símbolos alquímicos, representando el equilibrio de los opuestos y el conocimiento universal. Esta imagen, aunque icónica, está muy alejada de las descripciones medievales y es una creación moderna.
Símbolo de sabiduría o conocimiento oculto: Algunos defensores de los Templarios sugieren que, si bien la figura pudo haber existido en alguna forma (quizás una reliquia o una representación simbólica), no era adorada como un dios. Podría haber sido un símbolo de conocimiento esotérico o gnóstico que los Templarios habrían adquirido en Oriente, o incluso una cabeza relicario de algún santo, como se especuló con la cabeza de San Juan Bautista. El hecho de que fuera "secreta" y que solo los iniciados tuvieran acceso a ella, la hacía el blanco perfecto para las acusaciones.
Una invención pura: La visión más aceptada por los historiadores modernos es que Baphomet fue, en gran medida, una invención de los inquisidores. Las confesiones obtenidas bajo tortura eran poco fiables y contradictorias. Los interrogadores buscaban herejías específicas y los Templarios, desesperados por detener el dolor, daban las respuestas que se esperaban de ellos. Baphomet se convirtió en el chivo expiatorio perfecto para desacreditar a la poderosa Orden.
Independientemente de si Baphomet fue un ídolo real, un malentendido, un símbolo oculto o una calumnia, su figura ha perdurado como uno de los aspectos más enigmáticos y oscuros del legado templario, alimentando la fascinación por sus secretos y la creencia de que poseían un conocimiento más allá de lo que la Iglesia permitía.
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