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martes, 27 de noviembre de 2018

El Cerro Colorado en Córdoba habría sido el asentamiento de una población estable y numerosa

El lugar estuvo relacionado con los planos de lo ritual y de lo sagrado. Sirvió para el establecimiento de comunidades que desarrollaron una considerable actividad agrícola y fue utilizado para la confección de adornos en espacios de uso común.


Son algunas de las conclusiones a las que llegaron los científicos que estudian los restos óseos humanos hallados recientemente en la Reserva Cultural Natural Cerro Colorado, a raíz del estudio de impacto arqueológico por el tendido de la red de Gasoductos Troncales Regional Norte, que se desprendió de la Resolución 181 de la Agencia Córdoba Cultura, que reglamenta las actividades en sitios arqueológicos y paleontológicos.

El estudio descubrió la existencia, en una misma franja de sedimento, de un espacio funerario en el que fueron registrados al menos 30 cuerpos completos, y otra treintena de esqueletos sin la totalidad de sus huesos.

A partir del hallazgo, se montó un laboratorio de campaña. Representantes de las comunidades de pueblos originarios pudieron acceder al lugar para presenciar la labor de los arqueólogos.

Con las pequeñas muestras de los restos óseos, se podrán realizar importantes análisis de laboratorio. “Estos materiales podrán ser estudiados desde diferentes disciplinas, forense, isótopos radioactivos y genética”, detalló el arqueólogo Luis Tissera, quien se desempeña en el Museo Arqueológico del Cerro Colorado.

En el centro del actual poblado de Cerro Colorado se ubicó un espacio abierto donde se llevaron a cabo diferentes prácticas colectivas, como la preparación y el consumo de alimentos, probablemente en un contexto celebratorio y ritualizado”, afirmó el arqueólogo, Sebastián Pastor, investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), en un informe presentado a la Dirección de Patrimonio Cultural de la Provincia, organismo encargado de la aplicación de la ley 5.543. de Protección de los Bienes Culturales.

En coincidencia con Sebastián Pastor, la arqueóloga Andrea Recalde, codirectora del estudio de impacto arqueológico, opinó: “En estas áreas se realizaban numerosas actividades cotidianas, como almacenar, cocinar y consumir alimentos, o fabricar, usar y reparar utensilios de piedra, cerámica, hueso o fibras vegetales”.

En los alrededores de las áreas residenciales, se practicaba el cultivo de plantas domésticas comunes en la región central de Argentina, como maíz, zapallos y porotos, junto con otras que hasta el momento sólo se han registrado en esta localidad del norte cordobés, como la quinoa, las papas y las batatas”, detalló el científico.

Más adelante, Sebastián Pastor añadió: “La presencia de estos cultivos, con sus particulares requerimientos agrotécnicos, por ejemplo, especies que se siembran en distintas épocas del año, indican una mayor producción de alimentos en relación a otras zonas de Córdoba con la capacidad de sostener a una población considerable y probablemente en crecimiento durante los siglos previos a la conquista española”.

Una población numerosa

El examen de los materiales arqueológicos extraídos permitió llegar una primera conclusión, de acuerdo con Pastor: “El Cerro Colorado no era, en tiempos prehispánicos y al comienzo de la conquista española, un lugar de peregrinación o un santuario que permanecía desocupado la mayor parte del tiempo. Por el contrario, era un pueblo con numerosos habitantes que ocupaban su territorio por períodos prolongados y realizaban allí múltiples actividades cotidianas”.

El espacio público también fue utilizado por la población del Cerro Colorado para la confección de adornos, también en la preparación y el consumo de alimentos, probablemente, en un contexto celebratorio y ritualizado.

Una actividad muy particular fue la fabricación de diferentes tipos de adornos de valvas de caracoles terrestres, de los que persisten numerosos y unos pocos objetos terminados”, agregó Pastor.

Este bello paraje ubicado en las serranías del noroeste provincial “probablemente constituía una suerte de santuario de importancia regional al que acudían personas de distintos orígenes y procedencias, para ocasiones o eventos significativos”, opinó el arqueólogo.

Fuente: Lavoz.com.ar

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